Doctor en oceanografía denuncia limitantes del comité de expertos que investiga la marea roja

Jun 8, 2016

"Habría sido necesario realizar cruceros científicos antes, durante y después del vertimiento de salmones para poder establecer su vínculo eventual con la marea roja y mortalidad de mariscos", sostiene el Dr. Tarsicio Antezana, quien entre sus cargos destaca haber sido coordinador de la Red de Instituciones Europeas y Latinoamericanas en Ciencias Marinas bajo los auspicios de la Unión Europea.

Cuando el Gobierno anunció la conformación del comité de expertos para estudiar el fenómeno de marea roja que ha afectado a las regiones de Los Lagos y de Los Ríos, manifestó que el crucero del buque científico «Cabo de Hornos» tenía como objetivos «estudiar la Floración de Algas Nocivas (FAN), fenómeno más conocido como marea roja, y determinar sus causas», y más específicamente «determinar el vínculo entre el vertimiento de salmones y dicho fenómeno».

En base a ese anuncio, el Dr. Tarsicio Antezana Jerez, quien es biólogo marino de la Universidad de Chile, PhD. y MSc. en oceanografía de la Universidad de California, San Diego (UCSD), Estados Unidos, donde ha desarrollado su labor como académico y científico visitante en la Scripps Institution of Oceanography y en la Comisión Interamericana del Atún Tropical, escribió una columna de opinión titulada «Desafíos e incertidumbres en torno a la marea roja: Un crucero de investigaciones», la cual a continuación reproducimos íntegramente.

En Chile, el Dr. Antezana (en la foto) es miembro de la Mesa Regional de Humedales y a su vez presidente de la Asociación para Dr. Tarsicio Antezanala Defensa del Ambiente y la Cultura de Chiloé (ADAC-Chiloé):

«Este crucero surge como medida de corto plazo del comité de expertos creado por el Ministerio de Economía y que cuenta con el patrocinio de la Academia Nacional de Ciencias y responde de emergencia a uno de los movimientos ciudadanos más masivos y espontáneos en contra de la industria salmonicultora y sus impactos ambientales y sociales.

Este movimiento esperaba la investigación científica y orientada no solo a la marea roja sino para conocer y conservar adecuadamente todo el ecosistema del mar interior del archipiélago de Chiloé. Esta decisión y esfuerzo del Gobierno es consistente también con el llamado de muchas organizaciones por conocer no tan solo el origen, o causas, sino la evolución y proyección de la marea roja y el eventual retorno a la normalidad del ecosistema. Y para esto espera continuidad e intensificación de la investigación científica.

Sin embargo y acogiendo el planteamiento de los pescadores, consideramos que si bien este crucero era ineludible como acción de emergencia, aparece claramente desfasado en el tiempo; ha llegado tarde a apagar el incendio. Habría sido necesario realizar cruceros antes, durante y después del vertimiento de salmones para poder establecer su vínculo eventual con la marea roja y mortalidad de mariscos. Y en cuanto al estudio de la marea roja, su origen, causas y desarrollo difícilmente se pueden resolver con este crucero. Las mareas rojas son objeto de extensas, intensas y prolongadas investigaciones en muchos mares, porque se reconoce que es un fenómeno complejo que involucra no tan solo el comportamiento fisiológico de Alexandrium catenella y su crecimiento poblacional, sino que sus interacciones con la comunidad planctónica (y de fondo) y con el ambiente oceanográfico en forma integral y dinámica.

Esta incoherencia aparente entre problema (causa de marea roja y vínculo con vertimiento de peces) y pretendida solución (en un crucero de pocos días) se hace también evidente cuando el mismo Gobierno (como algunas sociedades científicas) han sugerido y afirmado a priori que esta marea roja se relaciona o es causada por el fenómeno de El Nino ¿Cómo entonces con un crucero de unos pocos días se va a determinar el vínculo con este fenómeno que tiene una complejidad enorme y ciclos de varios años? Menos aún podría este crucero confirmar el vínculo con los cambios climáticos como lo planteara el Gobierno, cuyos efectos en la comunidad planctónica pueden ser muy diversos, inciertos y variables. Por lo demás son apenas conocidos para la comunidad científica internacional que invierte innumerables cruceros de investigación con destacadísimos grupos de investigadores dedicados a conocer estos efectos y predecirlos.

Sin duda que el crucero era muy necesario y será histórico, a pesar de lo tardío, para estudiar esta marea roja en Chiloé, y podrá en cualquier caso caracterizar aguas y comunidades biológicas más o menos afectadas por la marea roja: línea de base para su seguimiento futuro; pero dificilmente podrá establecer un vínculo entre vertimiento de salmones y marea roja. Los indicios de proteínas entre otras variables que buscan los científicos a bordo, a través una foto o caracterización instantánea, difícilmente podrán relacionarse con lo que ocurrió hace semanas; simplemente porque la masa de agua y las diversas masas de agua descritas para la región se desplazan horizontalmente (en meandros, remolinos, filamentos) y verticalmente (ondas internas, surgencias y hundimientos) y cuyo conocimiento requiere mucho más que un crucero.

Por lo demás, tampoco escapa al conocimiento de los científicos la complejidad de la oceanografía en esa región donde confluyen diversas masas de agua (e.g. de la Deriva del W, de las aguas subantárticas y de las aguas estuarinas de los archipiélagos); es la región donde se forma la corriente de Humboldt y eventualmente la corriente del cabo de Hornos.

Si la oceanografía de mar afuera es compleja y su conocimiento rudimentario para resolver el vínculo entre vertimiento de salmones y mareas rojas en el mar exterior, la oceanografía del mar interior, la dinámica de sus corrientes, los cambios en la estructura y funcionamiento del fito y zooplancton son tan o más inciertas aún, dada la complejidad de sus cuencas y subcuencas. Difícil tarea que le han puesto a los científicos para resolver en un crucero de unos días las causas de la marea roja y el vínculo con el vertimiento de salmones.

Sin embargo, lo que sí podrían abordar, al menos inicialmente, sería la relación entre mareas rojas y eutroficación del mar interior y la exportación de nutrientes hacia el mar abierto. Sin embargo, tanto los comunicados del Gobierno como los científicos a bordo y algunas sociedades científicas en sus comunicados ignoran u omiten tal relación. Y esto sí que podría ser un objetivo muy necesario y esperado por los pescadores y la ciudadanía del archipélago de Chiloé; establecer tal vínculo debiera ser desde luego preocupación y responsabilidad no tan solo del Gobierno sino también de la propia industria acuícola (incluida la mitilicutura) supuestamente causantes de una eutroficación persistente en el mar interior.

Pero no hay peor ciego que el que no quiere ver. La relación entre eutroficación y Alexandrium catenella y su avidez por el nitrógeno para formar las saxitoxinas es bien conocida y se considera una de las adaptaciones evolutivas que le permite competir exitosamente sobre otras especies del fitoplancton y formar mareas rojas (entre otras causas y orígenes).

Finalmente, nuestro reconocimiento a la Armada de Chile por contar en su flota con este buque de investigaciones, el más moderno de Latinoamérica y ponerlo a disposición para investigaciones científicas en el mar interior del archipiélago de Chiloé. Difícil tarea para el capitán poder maniobrar entre el enjambre de concesiones para choritos y salmones. Sin duda desearía un buque de menor envergadura y calado para poder efectivamente explorar más de cerca la calidad del agua y la putrefacción en los fondos cercanos a los cultivos de esas especies; quizás podría también acercarse más al borde costero y evaluar el impacto de estas industrias contaminantes y percibir su impacto sobre las comunidades costeras que ya no tienen dónde pescar ni qué mariscar.

No escapará a la comisión de expertos entre sus proposiciones de mediano y largo plazo la urgencia de contar con un buque de investigaciones marinas para el archipiélago de Chiloé con instrumental igualmente moderno pero focalizado para investigaciones en el mar interior y obviamente con una dotación de muchos menos tripulantes que científicos a diferencia del buque ‘Cabo de Hornos’. Esta necesidad de buques oceanográficos se hace evidente y es común para los archipiélagos de las Guaitecas, de los Chonos, de Aysén e incluso de los canales fueguinos y magallánicos que aún no disponen de buques exclusivos para esas investigaciones locales.

Tampoco escapará a la comisión de expertos y confiamos que así sea, en sus proposiciones de mediano y largo plazo, identificar los cambios en la institucionalidad actual que requiera el estudio integral de todo el ecosistema, que llevaría no solo la prognosis y desarrollo de la marea roja, sino conocer el grado de eutroficación y el impacto de la salmonicultura, de la capacidades de carga, potencial de regeneración de los fondos y de las aguas, entre otros, y en general las sustentabilidad en el corto y largo plazo.

Sin duda que una universidad estatal localizada en el archipiélago de Chiloé con un Centro o Facultad de Ciencias del Mar aparecerá como una necesidad para enfrentar el estudio del ecosistema marino y la cultura ribereña. Este objetivo escapará a la misión de un Ministerio de Economía donde hoy se encuentra la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca); escapará a la Ley General de Pesca y Acuicultura y no podrá ser tampoco el foco de un Ministerio de Defensa. Se hace paradójico que siendo el maritorio tan extenso y productor de tantos bienes y riquezas, el Ministerio del Mar no haya sido una prioridad para ningún Gobierno de cualquier tendencia.

Sin duda que sería la institucionalidad esperada para los cientos de jóvenes emprendedores que se titulan de biólogos marinos y oceanógrafos de varias universidades de Chile y de aquellos graduados en el extranjero que al querer insertarse en Chile muchas veces encuentran la cesantía, trabajos a honorarios o más impropios aún a la continuidad que estas investigaciones exigen.

Reiteramos nuestra confianza en los científicos, aunque nos preocupa que deban expresarse y comunicar sus descubrimientos a través de la misma Subpesca del Ministerio de Economía, que descartó a priori un vínculo entre la marea roja y la mortalidad de mariscos y el vertimiento de salmones y/o la eutroficación que produciría la industria acuícola. Esperaríamos que este comité de expertos y sus proposiciones sean transferidos transitoriamente a los ministerios del Medio Ambiente y/o Educación mientras no se cree el Ministerio de Ciencia y Tecnología o el Ministerio del Mar».

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