Llega el verano y las floraciones de algas nocivas (FANs) comienzan a acechar al cultivo de salmónidos en los mares del sur de Chile. Es que las mayores temperaturas -tanto ambientales como del agua-, la luminosidad y fenómenos como el de El Niño, son un caldo de cultivo para su proliferación.
Si bien esta temporada estival se había mantenido tranquila y sin atisbos de la FAN que provocó la muerte de 40.000 toneladas de peces y afectó a 45 centros de cultivo durante el primer trimestre de 2016 -«caso vertimiento» incluido-, a comienzos de febrero comenzaron a reportarse pérdidas a la altura del golfo de Penas (Región de Aysén) en los wellboats que transportaban smolts desde la Región de Los Lagos para su siembra en la Región de Magallanes, así como de un cargamento de salmones que viajaba en la dirección contraria (sur a norte) para su cosecha en Quellón (Provincia de Chiloé, Región de Los Lagos). Las compañías que se vieron afectadas por esta situación son Nova Austral y Australis.
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Tras la confirmación de la noticia, tanto salmonicultores como la autoridad pusieron paños fríos a la situación sosteniendo que se trataba de hechos puntuales y que se soluciona evitando que las embarcaciones transiten por la zona afectada o que, en caso de ser inevitable, lo realicen con sistema cerrado (sin recircular el agua), para disminuir así el riesgo de mortalidades de los peces.
Además, señalaron que los centros de cultivo más cercanos se encuentran a unos 300 kilómetros de distancia.
Sin embargo, el foco de preocupación por algas nocivas se trasladó a la Agrupación de Concesiones de Salmónidos («barrio») número 28, emplazado en el fiordo de Aysén, en la región homónima, en donde muestras recientes de la diatomea Thalassiosira pseudonana se presentan en algunos casos por sobre el nivel crítico establecido (Referencia de concentración crítica para especies nocivas, SalmonChile-Intesal 2016), al superar los ≥ 3.000 Cel/mL.
Dicha concentración es sinónimo de mortalidades, por lo que las productoras han reforzado sus planes de vigilancia y control, más aún considerando que en octubre del año pasado el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) incorporó nuevas obligaciones y acortó los plazos de retiro de mortalidades desde los centros de cultivo, en el denominado Programa de Manejo de Mortalidades Masivas.
Y ante esa eventualidad, tanto el director nacional del Sernapesca, José Miguel Burgos, como la subdirectora de Acuicultura del mismo organismo, Alicia Gallardo, han enfatizado que exigirán el cumplimiento íntegro de esta normativa tanto en los tiempos de notificación por parte de las empresas, como en sus plazos de retiro.
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SRS
A la presencia de la Thalassiosira se suman brotes de Septicemia Rickettsial Salmonídea (SRS) -enfermedad que provoca pérdidas cercanas a los US$800 millones anuales para la industria del salmón de Chile- en gran parte de los centros de cultivo del fiordo de Aysén.
De acuerdo con fuentes del sector, la bacteria se habría dispersado desde un centro con truchas arcoíris ad portas de su cosecha -los peces no están medicados en la última fase del ciclo de cultivo porque no pueden contener trazas de antibióticos-.
Y, como detalla una de las mismas fuentes, lo complicado de estar con brotes de SRS y FAN a la vez, es que los peces se mueren con signología de ambas afecciones, por lo que no se tiene certeza de la real causa de perecimiento.
Por ello, precisan los productores, la situación se está manejando con sumo cuidado, incluso dejando de alimentar los peces; lo que permite reducir la demanda biológica por metabolismo y oxígeno (O2) -se minimiza el impacto de una posible baja de O2, ya que las microalgas también lo consumen-. De igual manera, como la concentración de microalgas nocivas es mayor en los primeros 5 metros, al no alimentar los peces estos no se ven en la necesidad de subir a la superficie.
Además, ante una eventualidad, si los peces se encuentran ayunados se pueden destinar inmediatamente a cosecha.