Randall Brummett es el analista senior de acuicultura para el Banco Mundial (BM), cuya sede se encuentra en Washington, Estados Unidos, y que a nivel global está invirtiendo alrededor de US$1.000 millones para el cultivo de especies hidrobiológicas, principalmente en Asia.
En Chile, durante la crisis del virus de la Anemia Infecciosa del Salmón (ISAv), patología que llevó a poner en riesgo toda la actividad salmonicultora en el país, Brummett participó activamente en la búsqueda de soluciones. Fue así como el BM financió un acabado estudio sobre la dispersión del ISAv en los centros de cultivo, por lo que el ejecutivo conoce de primera fuente cómo han actuado los productores locales en tiempos de contingencia.
Y a poco más de una década desde que se desatara dicha crisis, Brummett (en la foto) dialogó con AQUA para analizar el pasado, presente y futuro de la salmonicultura nacional.
¿Cuál es su diagnóstico de la industria del salmón de Chile, el desarrollo que ha tenido y su futuro en términos de sustentabilidad?
Chile ha sido un líder en el establecimiento de nuevas normas de comportamiento para los inversionistas y ejecutivos de empresas acuícolas. Por ejemplo, aplaudimos los esfuerzos de Chile para reducir el uso de antibióticos y disminuir la huella ecológica de esta industria.
Todo esto hace que busquemos apoyar al país para que extienda esas lecciones al resto del mundo.
¿Considera que las medidas sanitarias, como las que se toman para tratar patógenos como el virus ISA, la Septicemia Rickettsial Salmonídea (SRS) y el Caligus rogercresseyi (piojo del salmón), han sido correctos?
Las reglas generales para el manejo de enfermedades son conocidas. Lo importante es que se extiendan para garantizar el cumplimiento de las mejores prácticas y establecer un sistema de trabajo para monitorear y hacer cumplir las reglas de bioseguridad. Chile ha estado resolviendo los problemas y creo que generalmente está haciendo un buen trabajo y poniendo en práctica los mejores conocimientos disponibles.
Este año, los reyes de Noruega visitaron Chile y se enfrentaron a críticas sobre la expansión de la salmonicultura en la Patagonia. ¿Está de acuerdo con ese tipo de cuestionamientos?
No. La industria del salmón ha hecho grandes progresos en Chile y en Noruega, y ahora se encuentra entre los sistemas de producción de alimentos más ecológicos del planeta. Me parece extraño que las personas que afirman preocuparse por la salud de los océanos nos hagan comer los últimos peces silvestres en lugar de cultivarlos de forma más sustentable de lo que pueden capturarlos.
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Existen grupos ecologistas que llaman a los consumidores a no comprar salmón de cultivo argumentando que el uso de antibióticos y problemas sanitarios afectan el medio ambiente y también la salud humana. ¿Cuál es su opinión sobre estos postulados?
En general, todos nuestros sistemas de producción de alimentos podrían mejorarse, pero el uso de antibióticos en acuicultura es menor que en cualquier otro sistema de producción de alimentos animales, y el uso de pesticidas y herbicidas y la alteración de la tierra para la agricultura son mucho más destructivos que todo lo que está haciendo la industria acuícola.
¿Qué opina sobre la comercialización de salmón genéticamente modificado (lea Canadá aprueba la producción del salmón transgénico)?
Creo que es el futuro. Los genes en cuestión se encuentran en la naturaleza y casi todos los científicos están de acuerdo en que la modificación genética es más una solución que un problema.
¿Cuál es su opinión sobre las “guerras comerciales” que se han generado en el mundo y que tienen impactos en productos como el salmón, fundamentalmente la entre Estados Unidos y China?
Son malas ideas generadas por malos políticos.
¿Estima que los grandes proyectos de cultivo de salmón en tierra, como los que se desarrollan en Estados Unidos, son sustentables? ¿Por qué?
Depende del costo y la fuente de electricidad. Si tuviera mucha energía solar o eólica confiable, entonces podría hacer sistemas intensivos basados en tierra de manera sustentable, pero si están construyendo más represas o quemando más carbón para cultivar peces en tierra, es mejor seguir trabajando para mejorar la acuicultura en jaulas, que en realidad puede tener un impacto neto positivo en la biodiversidad si se hace bien.
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