(El Mercurio) La creciente demanda de algas o «huiros» desde el mercado asiático para cosméticos se ha convertido en un importante factor que estimula la recolección ilegal de este recurso. Una explotación indiscriminada que ha ido de la mano del sostenido incremento de las incautaciones, pues si en 2013 los decomisos llegaban a 135.000 kilos, en 2016 aumentaron a los 529.000 kilos.
Según un informe del Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca), en 2016 se concretó la mayor cantidad de toneladas en decomisos de los últimos años, determinada por la incautación en un solo operativo en Iquique (región de Tarapacá) de 165.000 kilos de «huiro negro» desde una planta exportadora donde no contaban con la acreditación de origen del recurso.
En tanto, en 2017, los decomisos llegaron a 318.000 kilos.
En la zona norte, donde se concentra casi la totalidad de desembarques de este tipo de algas, la extracción ilegal se considera la causa del daño irreparable al ecosistema marino, porque la falta de algas impide alimentarse a muchas especies.
De acuerdo con Carlos Guerra, doctor en Biología de la Universidad de North Texas, en esto ha incidido el crecimiento de campamentos de «algueros», como ocurre en sectores del litoral de la región de Antofagasta.
«Lo veo bastante crítico desde el punto de vista ecológico. Hasta hace poco había sectores, como el balneario de Juan López (comuna de Antofagasta), llenas de algas en las rocas. Pero hoy uno mira las mismas rocas y están peladas, como si alguien las hubiera raspado. Eso es muy inquietante; se corre el riesgo de causar verdaderos desiertos costeros», comenta.
«Tenemos campamentos enormes en algunos lugares de la costa en los que siguen creciendo las instalaciones para sacar y comprar algas, y donde siguen confluyendo camiones a cargar el recurso», agrega el director del Centro Regional de Estudios y Educación Ambiental de la Universidad de Antofagasta.
Según expertos, el perjuicio se agrava por el aumento del «barreteo» o «destronque» de recolectores ilegales, práctica que considera el empleo de una especie de chuzo para arrancar de cuajo los «huiros», ignorando la normativa de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca) que solo permite la extracción de algas varadas en los sector costero.
La merma en la población de algas, de acuerdo con expertos, habría originado incluso la progresiva desaparición en el litoral del norte del país de peces como el pejesapo y el tomoyo, ante la falta de biomasa como alimento.
En Antofagasta, los decomisos de algas bajaron desde 104.000 kilos en 2016 a 61.000 kilos en 2017, disminución en la que habrían incidido, según el director regional del Sernapesca, Carlos Herrera, el aumento de las fiscalizaciones y el límite impuesto en julio pasado a la recolección por extractor de hasta cinco toneladas por mes de «huiro negro» seco.
Sernapesca incluso lanzó esta temporada la campaña «Este verano paremos el ‘barreteo'», con el fin de frenar la extracción ilegal. El kilo de huiro seco se vende en $450.
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