English (EN)
Acotruch: “Subpesca’s proposal poorly positions the union companies”
This Monday August 27th marks the deadline for salmonid producing companies to submit their observations and comments on the proposed new density regulations to the government. Recently, the Union Association of Coho Salmon and Trout Producers (Acotruch) participated in a meeting held by the Undersecretary of Fisheries and Aquaculture (Subpesca) to discuss this topic.
In response to the government’s proposal, Acotruch commented that although density restrictions could be a good alternative, in practice, this would set a quota on production. They view the developments as unfavorable to their business.
Español (ES)
Este lunes 27 de agosto concluye el plazo para que las empresas productoras de salmónidos entreguen sus observaciones, comentarios y propuestas a la nueva normativa de densidades que presentó el gobierno.
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En este marco, AQUA conversó con la Asociación Gremial de Productores de Salmón Coho y Trucha A.G. (Acotruch), que fue una de las entidades que participó de la reunión convocada por el Ministerio de Economía, a través de la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura (Subpesca), para abordar el tema.
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Sus respuestas fueron mediante una declaración conjunta que contempla a las compañías adscritas al gremio con centros de cultivo en el mar.
A partir de la realidad de los miembros de la Acotruch, ¿qué opinan respecto de la discusión que se está dando? ¿Es oportuna? ¿Estiman que realmente considera aspectos relacionados con la sustentabilidad?
La propuesta de Subpesca posiciona de mala forma a las empresas miembros del gremio y a varias otras empresas que no lo son. Este escenario desfavorable se está desarrollando desde que se comenzó a delinear lo que se convirtió en el Porcentaje de Reducción de Siembra (PRS). Si bien el PRS podría ser una buena alternativa al mecanismo de las densidades de cultivo, la forma en que se está poniendo en práctica junto con el mecanismo de las densidades de cultivo, determinan la existencia de una producción sobre un número fijo; algo que puede ser considerado como un tipo de «cuota de producción».
Al analizar los cambios normativos y las consecuencias prácticas para los cultivadores, es posible mencionar que la eliminación del quiebre sanitario, implementación del PRS y la actual propuesta de clasificación de bioseguridad Baja 4, que considera densidades de cultivo económicamente impracticables, corresponden a intentos por controlar la producción a través de cuotas de producción, ya que la evaluación de los elementos sanitarios y ambientales casi no tienen relevancia al momento de clasificar la bioseguridad de las agrupaciones.
Independiente de si la medida del quiebre sanitario era buena o mala, en aquellos tiempos se realizaron los intentos por explicar un bajo puntaje a causa de un crecimiento excesivo, considerando lo que ocurría con las mortalidades; de esta manera, para una agrupación cualquiera, una proyección de siembra mayor a su abastecimiento, siempre tendría un puntaje menor cuando el desempeño sanitario era deficiente (contabilización de las pérdidas). Esto ocurría porque dicho mecanismo ajustaba el puntaje que se obtiene por crecimiento de la proyección de siembra en función de los resultados de las pérdidas obtenidas en una respectiva agrupación; en términos sencillos, cuando la proyección de siembra era alta y las pérdidas también lo eran, el castigo era mucho mayor que cuando la proyección era alta pero las pérdidas se mantenían en un nivel bajo.
Sin embargo, en la actualidad existe un continuo intento por evaluar el crecimiento sin considerar otros aspectos derivados de los elementos sanitario y ambiental, cuando debiese realizarse todo lo contrario; es decir, los resultados de la salmonicultura nacional deben ser analizados a partir de varias variables. Es que no es posible explicar la situación de este tipo de actividad solamente con el elemento productivo, ya que es un enfoque sesgado y no se obtendrán los resultados esperados y, a al mismo tiempo, se dañará a la industria.
Lo anterior está relacionado muy fuertemente con la sustentabilidad de estos cultivos, ya que es necesario encontrar relaciones fuertes entre los elementos que determinan la continuidad de esta actividad; sin embargo, lamentablemente, la propuesta de Subpesca no explica aquella relación y se aleja de un esclarecimiento adecuado en estos términos.
Con esta propuesta (Baja 4), no hay ninguna garantía de acercarnos a una actividad sustentable, ya que dicha clasificación permite que al aplicar un PRS, las densidades de cultivo sean las máximas. Además, se debe aclarar que la norma es absolutamente inoportuna, ya que ésta fue remitida, para ser revisada por las empresas cultivadoras de salmónidos, el día 8 de agosto reciente y los comentarios debían ser enviados como máximo el 10 de agosto. Cabe señalar que, las declaraciones de intención de siembra, válidos para el próximo periodo productivo de por lo menos 21 meses, debían ser ingresadas el 16 de agosto; es decir, estos plazos son incompatibles con las programaciones que deben realizar las empresas y en consecuencia resultan ser como un balde de agua fría.
Lo anterior es especialmente preocupante cuando Subpesca pretende implementar una norma con impacto inmediato en las siembras y que, como ya fue señalado, se pretende implementar en el cortísimo plazo. Tratándose de especies vivas, que además tienen ciclos de vida complejos, tanto en agua dulce como en el mar, el sistema productivo debe programarse con a lo menos dos años previos. El traspaso al mar ha requerido una etapa previa que corresponde a la fase de agua dulce; no es llegar y eliminar peces, puesto que hay inversiones que no pueden soslayarse. Cabe reiterar que, las empresas deben desarrollar sus estrategias operativas programando con años de anticipación sus siembras y planes de producción e inversión. Este tipo de acciones súbitas que, rondan en la improvisación, en un aspecto tan importante como lo es el marco regulatorio, resultan en un enorme obstáculo para esta actividad económica.
Entonces, según la Acotruch, ¿cuáles son los principales aspectos que debería considerar una nueva normativa?
Antes de pensar en los aspectos que este tipo de norma debe considerar, es importante reconocer, para la discusión actual, que no es posible explicar escenarios como una situación sanitaria deficiente o una capacidad productiva como país o la aparición ocasional de enfermedades, solamente a partir de la información del elemento productivo, menos aun cuando las consecuencias solamente son aplicadas a las densidades de cultivo y no al PRS.
Es importante recoger los resultados de aspectos diferentes al crecimiento; actualmente la norma considera el elemento ambiental y sanitario, pero le continúan asignando una menor importancia respecto a la producción. Esta situación debe ser revertida, otorgándole el nivel de importancia que requieren aquellos elementos, cuando se deba determinar el nivel al cual se podría crecer. Asimismo, es necesario asumir que no todas las especies de salmónidos presentan los mismos problemas y, por lo tanto, deben tener mecanismos diferentes para solucionarlos.
Diferenciar los escenarios que presenta la salmonicultura nacional, además de contribuir a encontrar soluciones tendientes a mejorar la sustentabilidad de esta actividad, también resulta importante para evitar menoscabar la situación de las empresas pequeñas (con un bajo número de concesiones de acuicultura), a través de disposiciones reglamentarias. Por ejemplo, en agrupaciones relativamente pequeñas, con un bajo número total de concesiones de acuicultura, ocurrirá que al incluir un ciclo productivo más de los realizados en el periodo productivo inmediatamente anterior, se generará un crecimiento que ubicará a la agrupación en la peor clasificación de bioseguridad. Esto, por ejemplo ocurre al utilizar un centro que no fue operado anteriormente, independientemente de las razones que se tuvo para ello.
Aquella situación es especialmente preocupante para las empresas con un bajo número de concesiones de acuicultura y que, por lo mismo, tienen una baja presencia en agrupaciones. Por ejemplo, si se evalúa la situación de una empresa con cuatro concesiones para salmón coho (especie que permite dos ciclos productivos en una concesión, para un periodo productivo), con dos concesiones en una agrupación A (semestre de cálculo N° 1) y con dos concesiones en la agrupación B (con semestre de cálculo N° 2), y que históricamente ha realizado dos ciclos productivos para cada una de dichas agrupaciones (un ciclo por centro de cultivo para alcanzar un total de cuatro ciclos considerando ambas agrupaciones). Entonces, estamos hablando de una empresa que mantiene una producción constante y que, por lo mismo, su inversión en la fase de agua dulce también es constante; sin embargo, no podrá realizar rotaciones en función de su ciclo de agua dulce, cuando deba evitar la caducidad de sus concesiones de acuicultura. Esto ocurre porque si se mantiene la producción e inversión (en fase de agua dulce), pero es necesariohacer tres ciclos de cultivo en la primera agrupación A (para mantener sus concesiones vigentes) y, debido a eso, el cuarto ciclo se realizará en la agrupación B (agrupación que pasa de dos a un ciclo), se generarán dos problemas importantes para dicha empresa: (i) la agrupación A (donde se realizarán los tres ciclos), debido a la hiper-sensibilidad del elemento productivo, quedará clasificada en la peor bioseguridad, con las menores densidades de cultivo; y, además, (ii) en la agrupación B se generará una pérdida de abastecimiento para esa empresa (por pasar de sembrar dos ciclos a uno) para el próximo período productivo, situación que no permitirá aplicar un PRS para mantener producción.
Si bien la situación descrita corresponde a un ejemplo simplificado, este tipo de escenarios están ocurriendo en la práctica. Las empresas están perdiendo competitividad solo por ser pequeñas en número de centros de cultivo. Por otra parte, las compañías tienen un potencial productivo en base a sus proyectos técnicos (PT) aprobados y estipulados en una Resolución de Calificación Ambiental (RCA), imaginemos el caso de empresas que han sido responsables respecto a la producción y utilizaron, digamos, el 50% de sus centros de cultivo; pues bien, aquello significa que el potencial productivo determinado en los respectivos PT y RCA, se reduce a la mitad solo por efectos de aplicar normas como ésta; ya que el “baja 4” es inviable económicamente y el PRS estaría construido en base al abastecimiento de los periodos anteriores.
Independiente de lo anterior, ¿qué visión tienen desde Acotruch respecto de un nuevo cambio normativo? ¿Los podría afectar?
Acotruch se originó como un gremio cuyo propósito fue que la autoridad reconociera las diferencias, a nivel de especies, presentes en la salmonicultura nacional. En este contexto, siempre hemos estado a favor del principio del cuidado del patrimonio ambiental y sanitario del país, pero las propuestas deben ser capaces de asegurar aquello para así estar en el camino a una actividad sustentable. Además, es importante destacar que hemos insistido a la autoridad que debe diferenciar los cultivos de salmónidos según especies, tamaños y ambientes.
También llama la atención que la producción de salmón coho y trucha sea la más perjudicada en cuanto a las densidades de carga permitida, siendo que no sufre de ISA ni Cáligus, que son las patologías que han justificado la implementación de estas medidas a consecuencias del ISA. Todo esto es aún más preocupante, después de escuchar reiteradamente a la autoridad que por diversos medios ha señalado que las medidas implementadas han sido exitosas y que la situación sanitaria se encuentra controlada y con mortalidades más bajas que lo esperado.Respecto a la propuesta y a si esta afecta a los miembros, cabe señalar que sí están expuestos a fuertes consecuencias, ya que la norma pretendida favorecería a los cultivadores que hayan presentado crecimientos en el pasado reciente en desmedro de los que, por diferentes motivos, no presentaron crecimiento.
Cualquier propuesta debe permitir la entrada de nuevos actores, sin embargo, a partir de lo ya explicado, lo que está ocurriendo es que no será posible abrir nuevos centros e, incluso, no se podrá abrir un segundo ciclo productivo en los centros de cultivo que lo pueden hacer. Esto pasa porque Subsecretaría de Pesca y Acuicultura le otorgó una hipersensibilidad al elemento productivo para generar clasificaciones de Baja 4, con las peores densidades de cultivo, de una forma fácil. Es importante tener en cuenta que cuando se abre un centro de cultivo, no resulta aplicable el PRS y se debe asumir un cultivo a través mecanismo de la densidad de cultivo; aquello, como ya fue señalado, se traduce en la posibilidad de cultivar a las densidades que permite un Baja 4 (lo que actualmente se propone), escenario en el que se estaría aplicando una discriminación entre los agentes económicos que ya tienen sus derechos otorgados, impidiendo, además, el crecimiento de la industria al crear barreras a la entrada de nuevos competidores; es decir, en la actualidad es absolutamente imposible que pueda entrar al sistema una nueva empresa, quedando la producción y el desarrollo en manos de solamente las existentes. Esta situación obviamente atenta contra de la libre competencia, consagrada en la ley. Este es un aspecto que necesariamente debe ser analizado con más detalle y abordado por la autoridad con mayor altura de miras, pues es quien debe velar por el cumplimientos de las leyes y normas viegentes en el país.
Chile tiene amplias ventajas para el cultivo de recursos hidrobiológicos en el mar. ¿Qué impactos tiene la actual normativa para un potencial crecimiento de la actividad o el ingreso de nuevos actores?
En relación con la salmonicultura, la clasificación de Baja 4 tiene fuertes y particulares consecuencias. Si se realiza el ejercicio de evaluar la forma en que esta propuesta consigue reducir la producción a nivel nacional, es posible observar que dicha disminución es absorbida en su totalidad por solamente los productores que requieren cultivar a través del mecanismo de las densidades de cultivo. De esta manera, quienes hayan presentado un crecimiento en el pasado, podrán optar por un PRS y no se verá afectada su producción ni tampoco su densidad de cultivo; entonces, continuarán sembrado a las máximas densidades permitidas y, además, con un volumen, por estructuras de cultivo, mucho mayor; ya que, a diferencia de las densidades de cultivo, que considera 15 metros de profundidad para calcular el número de peces a sembrar, en el caso de los PRS dicha profundidad es de 20 metros. Es decir, incluso para densidades iguales, siempre por PRS se sembrarán más peces que por el mecanismo de las densidades de cultivo.
Es realmente preocupante, además, cuando se analiza la forma en que se suman las intenciones de siembras para clasificar la bioseguridad de las agrupaciones; dicha forma permite que las empresas puedan ingresar grandes números como intenciones de siembras, consiguiendo clasificaciones de bioseguridad deficientes para toda la agrupación (con densidades de cultivo que no son rentables), para que luego, quienes tengan “cuota” o abastecimiento, acepten los PRS propuestos (con las mayores densidades de cultivo). El problema de esto es que Subpesca no reclasifica la bioseguridad en función de los peces que realmente serán sembrados como causa de aceptar un PRS, afectando fuertemente a quienes no tienen un abastecimiento que les permita operar a través de aquel último mecanismo nombrado.Todo lo anterior resulta como un mecanismo que permite la asignación de cuotas productivas por empresas, que cierran la posibilidad de que nuevos actores ingresen a esta actividad, ya que cualquier centro de cultivo que sea sembrado, al no tener abastecimiento, tendrá que sembrar peces de acuerdo a lo que les «permita» un Baja 4, lo que es económicamente inviable. De esta manera, al cerrar la participación de nuevos actores, la producción de salmónidos queda supeditada únicamente a los actuales operadores sin dejar espacio de participación a las futuras generaciones.
Los supuestos aumentos de producción que ha argumentado la autoridad para justificar las medidas propuestas, cosa que por lo demás es debatible pues llama la atención que sea el propio Estado el que no desee el crecimiento y desarrollo de la industria, necesariamente deben ser analizados a la brevedad y con muchísima mayor profundidad. Los porcentajes de crecimiento, argumentados por la autoridad, no necesariamente son reales, sino que más bien guardan relación con la necesidad que tienen las empresas para mantener vigentes sus concesiones de acuicultura.