En 2015 se estableció en la ciudad de Puerto Varas (región de Los Lagos) la consultora NODO Chile la que, de la mano de Juan Carlos Hurtado, Pilar de la Cerda y Sebastián Videla, nació con el objetivo de asesorar a las industrias del sur del país, y especialmente a la salmonicultura, a potenciar su relacionamiento con la comunidad. ¿Cómo lo están haciendo? De variadas formas.
«Nuestro trabajo parte en terreno para conocer el entorno, las necesidades y aspiraciones de la comunidad y, al mismo tiempo, determinar cuáles son las capacidades, estrategias y propósitos de las compañías de acuerdo con su modelo de negocios. Dependiendo de este análisis, generamos estrategias innovadoras con una visión de largo plazo. Esto último es clave», adelanta el director ejecutivo de NODO Chile, Sebastián Videla, quien es abogado y magister en Desarrollo Global Humano y Emprendimiento Social de la Universidad de Georgetown (Estados Unidos).
En entrevista con AQUA, Videla analiza la mejor forma de establecer un relacionamiento con el entorno, el nivel en que se encuentra la salmonicultura en relación con otras industrias, así como las oportunidades que entrega en relación con la Ley Lafkenche.
¿Por qué las empresas se tienen que relacionar con las comunidades?
En primer lugar las empresas forman parte de la comunidad, son un actor relevante con influencia y capacidad para aportar al desarrollo local. Además, en el caso de la industria del salmón, esta exporta casi el 100% de su producción a mercados donde los consumidores están exigiendo cada vez más una producción amigable con el entorno. Esto es una tendencia que se está dando en todo el mundo y, por lo tanto, el relacionamiento con la comunidad es estratégico para las compañías.
¿Cuál es la mejor forma de establecer una política de «buen vecino»?
Si bien puede nacer desde los mismos trabajadores, el impacto y la influencia es mayor si proviene desde los dueños o accionistas. Pero esto tiene que ir más allá de una declaración en la misión de la compañía. Se debe traducir en acciones concretas que terminen empoderando a todos los colaboradores. Por ejemplo, la labor que puede realizar el jefe de una piscicultura, conociendo a sus vecinos y sus necesidades, es muy importante.
¿Hasta dónde tiene que llegar el apoyo de una industria a la comunidad?
De todas formas, lo primero es establecer relaciones de confianza, conociendo a sus vecinos y sus necesidades. Así es posible ir más allá de la ayuda económica tradicional y poder generar estrategias de alto impacto, que muchas veces pasan por entrega de experiencia y conocimientos, compartir infraestructura o capacidad técnica. Conozco casos de centros de cultivo que disponen de sus embarcaciones para que menores de islas cercanas puedan asistir a clases.
Lo más importante es que el apoyo no debe traducirse en subir los gastos de la empresa a través de puras donaciones, sino buscar las soluciones más pertinentes con los recursos y capacidades existentes. Incluso, puede traer beneficios desde el punto de vista económico a través de la obtención de certificaciones o acceso a determinados mercados.
Dependiendo del foco que quiera poner la empresa, esta puede involucrarse con la comunidad en interesantes proyectos para el desarrollo local o de valor compartido. Por ejemplo, se puede participar en pavimentaciones participativas, generación de áreas verdes, o crear alianzas para desarrollar proyectos específicos que permitan incluir a las comunidades en la cadena de valor de la empresa, que sean sostenibles en el largo plazo y no dependan de los ciclos de la industria.
Por esto, más allá de los recursos económicos, debe haber un compromiso y una mirada de futuro y este se da cuando la relación con la comunidad está dentro de los valores estratégicos de la empresa.
En los temas de relacionamiento comunitario, ¿en qué nivel se encuentra la salmonicultura en relación con otras actividades?
En los últimos años ha habido avances importantes en esta materia por parte de algunas empresas de la industria. No obstante, en relación con otras industrias, aún está unos niveles más atrás de la minería o el sector energético. Probablemente esto se debe a la escala de las inversiones de estos últimos, obligándolos a llegar hasta con tres años antes a las comunidades para realizar sus estudios o declaraciones de impacto ambiental.
Factores como la dispersión geográfica y la gran cantidad de actores en la cadena de distribución que tiene la salmonicultura, han debido ser abordados para llevar adelante sus estrategias de sostenibilidad. Hay empresas que claramente llevan la delantera en estos temas, la buena noticia es que cada día más empresas se van sumando en dar más valor al relacionamiento con sus comunidades vecinas.
Precisamente, ¿cómo se podría hacer para que toda la industria avance en los temas de relacionamiento con la comunidad?
Hemos trabajado con varias empresas y vemos una creciente inquietud por desarrollar estrategias que permitan mejorar la relación con la comunidad o los trabajadores.
De todas formas, en todas las industrias existen compañías que empujan el carro ya sea porque son más grandes, tienen más exposición pública o sus clientes se lo exigen. Lo importante es que todos se vayan nivelando y creo que sería bueno el establecimiento de estándares mínimos para que toda la industria pueda relacionarse de mejor forma. En este sentido, el gremio o el programa del Salmón Sustentable podrían tener un rol para fijar estos estándares.
Finalmente, la industria del salmón se ha visto afectada por la Ley Lafkenche. ¿Cómo las estrategias de relacionamiento pueden ayudar a mejorar esta situación?
Nuestro trabajo en temáticas indígenas y comunidades nos permite afirmar que la generación de espacios para aumentar la transparencia en los procesos, la entrega oportuna de información y conocimiento de la realidad del territorio, permite a las compañías abordar de buena manera su relación con las comunidades indígenas cercanas a sus centros productivos y lograr entendimientos de cómo utilizar los espacios para el beneficio de todos.
Claro, hay comunidades más cerradas que otras, pero la experiencia ha demostrado que un buen relacionamiento comunitario donde exista confianza y transparencia, permite limar asperezas y avanzar conjuntamente.