Las empresas salmonicultoras de la región de Magallanes y de la Antártica Chilena han tenido que aprender a convivir con las Floraciones Algales Nocivas (FAN), las cuales pueden ocasionar importantes daños tanto a las productoras de salmónidos como a los cultivadores de mitílidos y pescadores artesanales. Sin ir más lejos, pueden afectar la salud humana, dependiendo de qué especie se trate y en qué cantidad se produzca su explosivo crecimiento.
Si bien la patagónica región entrega positivas condiciones para la salmonicultura, estas microalgas son un dolor de cabeza constante para la industria, ya que traen como consecuencia, en algunos casos, la muerte de peces. Es por esto que las compañías que hoy producen en Magallanes realizan un arduo trabajo para monitorear lo que está ocurriendo día a día con estas microalgas.
«Esta información no solo resulta valiosa para la industria, sino que para la región en general. Hay que recordar que Magallanes tuvo que aprender a convivir con la marea roja en la década del ’70. Y hay certeza de que la primera intoxicación paralizante en la región fue en Bahía Bell, por Alexandrium catenella, específicamente en 1972″, sostienen en la Asociación de Productores de Salmón y Trucha de Magallanes A.G. (Apstm).
Entre los meses de agosto y abril de cada año, la empresa Nova Austral realiza muestreos semanales de agua de mar para analizar fitoplancton en sus centros de cultivo, trabajo similar al que realizan las otras compañías que producen salmónidos en la región de Magallanes.
Nova Austral subraya que «casi la totalidad de las personas encargadas de los centros de cultivo se encuentran capacitadas para realizar análisis de detección de FAN y además se maneja un instructivo de muestreo y monitoreo de microalgas».
Desde Salmones Magallanes, en la provincia de Última Esperanza, mencionan que en todos los centros de cultivo se monitorean las aguas antes de comenzar la jornada laboral: «De septiembre a abril se realizan mínimo cuatro reportes semanales de microalgas, que incluye el monitoreo a distintas profundidades: 0.5, 5 y 10 metros. Desde mayo a agosto se realizan, mínimo, dos semanales, en las profundidades ya indicadas. Incluso hay centros de cultivos que envían todos los días reportes».
Añaden que, a lo menos, una vez al mes las muestras se van a laboratorios externos, donde, entre otras cosas, es posible conocer si aparecen especies nuevas de microalgas.
Ruth Ojeda, quien es ingeniera agropecuaria y asistente de Medio Ambiente y Concesiones de Salmones Magallanes, precisa que «cada centro de cultivo maneja dos manuales de detección de microalgas con imágenes. Todas las semanas consolido la información de recuentos de microalgas de los centros de cultivo, en una base de datos. Se envían informes semanales de la presencia de FAN y se reporta al Sernapesca (Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura) el resumen semanal».
Daños
Las microalgas son parte del ecosistema, y a pesar de que no todas las especies son dañinas para la salud o el bienestar de los animales, hay muchas que sí lo son. Algunas producen daños por toxinas, otras por alta biomasa quitando oxígeno disponible en el medio y otras, por su gran proliferación, dañan las branquias de los peces impidiendo que respiren normalmente.
Las microalgas también tienen niveles de nocividad, según la concentración que alcancen, habiendo límites críticos para cada especie. Son los factores ambientales los que inciden en la proliferación de estas floraciones, sobre todo, el alza de las temperaturas del agua, ya que facilita su proceso de fotosíntesis y produce mayor biomasa en el agua.
¿Qué hacer cuando las FAN son un riesgo para los peces?
Si la información que arrojan los monitoreos indica que hay peligro para los peces, se activan inmediatamente los planes de contingencia que cada empresa tiene. Se suspende la alimentación de los salmones para evitar que gasten energía y consuman más oxigeno del que existe en el ambiente. Bajo esta situación el monitoreo es más constante y se realiza cada media hora para conocer los parámetros medioambientales, como oxígeno, saturación de oxígeno, temperatura, salinidad y transparencia. Cuando la presencia de FAN disminuye o se estabiliza, se retoma la alimentación, sin dejar de monitorear los parámetros medioambientales y la presencia de microalgas en el agua en la que están los peces.
«Si las microalgas llegan a provocar mortalidad masiva, la empresa coordina rápidamente la logística para su retiro efectivo», aseveran en la Apstm, añadiendo que la muerte de los peces por causa de microalgas se produce principalmente porque estas obstruyen sus agallas, por la generación de alguna toxina o bien por bajar en demasía el oxígeno en el ambiente donde se encuentran los salmones.
Entre las microalgas que han detectado las empresas salmonicultoras en Magallanes están: Leptocylindrus minimus, Leptocylindrus danicus, Navicula sp., Melosira sp., Chaetoceros, Thalassiosira sp., Heterocapsa sp., Corethron, Ditylum, Eucampia, Rhizosolenia, Skeletonema, Thalassiosira, Alexandrium, Karenia, Gymnodinium sp. y Noctiluca.