Chile es el segundo productor de salmón después de Noruega en el mundo. El año pasado se enviaron a los distintos mercados un total de US$4.728 millones y esto corresponde al 6,3% del valor total de exportaciones chilenas. El precio, por su parte, venía a la baja desde el 8 de octubre tocando un mínimo de US$4,10 por kilo el 17 de octubre, un día antes del estallido social. Al 31 de octubre, ya estaba a US$5,00, es decir, un 22% más. Y hoy, la producción está a un 50% de su capacidad y existen sobre 890.000 peces que podrían empezar a morir con la eventual problemática de tipo sanitario.
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En este marco, el Dr. Ulises Alarcón (en la foto), quien es académico de la Escuela de Ingeniería Civil Industrial de la Sede Puerto Montt (región de Los Lagos) de la Universidad Austral de Chile (UACh), explica que si se revisa el comportamiento económico del salmón, este tiene una curva de demanda con un cierto grado de elasticidad-precio (esto significa que, ante un pequeño cambio de precio, hay una importante variación en la cantidad demandada) y nos encontramos que, al sufrir un alza en el valor, la demanda tiende a caer, así como su consumo.
«La existencia de productos alternos como otros tipos de carnes, algas, mariscos y también productos sustitutos como los otros pescados, deja en evidencia que no es un producto de primera necesidad; por consiguiente, este aumento demasiado grande de precio no ayuda mucho a la industria, sin desconocer que el valor del tipo de cambio que tenemos actualmente les favorece directamente y, sin soslayar la real problemática de los trabajadores de la industria que deberán dejar sus puestos de trabajo hasta que la situación coyuntural se pueda normalizar -si es que existe el derecho de llamarla coyuntural-«, aduce el Dr. Alarcón, subrayando que «el no poder producir definitivamente frena al clúster en su conjunto y debemos de recordar que los más dañados son siempre los más pobres». Y va más allá: «No vaya a ser cosa que después del virus ISA (anemia infecciosa del salmón) y la problemática del clima en febrero de 2016, este sea otro gran golpe a la industria regional, causado, en este caso, por nosotros mismos».
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Luego, el académico de la UACh enfatiza que «sin dudas la industria debe seguir trabajando en su conjunto para fortalecer la posición competitiva del producto en el exterior, trabajando un marketing internacional de calidad, entre otras cosas, para disminuir la elasticidad-precio a la demanda y ayudar a que estas alzas de precios no perjudiquen el andar de una industria que ayuda económicamente a las regiones del sur de Chile».
Para cerrar, sentencia que «es papel de todos cuidar la industria regional y velar por buenas prácticas de parte de ellas, acercándonos a trabajar en línea con las licencias sociales para operar».
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