Oceana pide que se incluyan los bosques de algas en las estrategias oficiales para combatir el cambio climático creando un Plan de Acción Internacional para preservar estos valiosos ecosistemas marinos. En una exposición fotográfica en la zona verde de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), la organización de conservación marina muestra el rol clave que estos «bosques azules» cumplen como almacenadores de CO2, además de advertir que, debido a su desprotección, se pierde entre el 1% y el 7% de su superficie anualmente.
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Los llamados «bosques azules», compuestos por grandes algas marinas, están muy presentes en los océanos de todo el planeta y miles de especies dependen directamente de ellos para sobrevivir. De hecho, cuanto mayor sea la biodiversidad que albergan, más resilientes serán los océanos frente a factores desestabilizadores.
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“Los ‘bosques azules’ actúan como pulmones de nuestros océanos y es por ello que debemos protegerlos como se merecen. Los informes científicos tienden a focalizarse en los bosques terrestres, pero cabe destacar que las algas son las responsables de la absorción de una quinta parte del CO2 de los océanos. Es esencial que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por su sigla en inglés) los tenga en cuenta y que las instituciones pertinentes velen por su protección a la hora de elaborar políticas internacionales contra el cambio climático”, enfatizó el director de Investigación y Expediciones de Oceana en Europa, Ricardo Aguilar.
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A menudo, el papel de los océanos como aliados contra el cambio climático queda minimizado, sin embargo, la vegetación marina puede albergar hasta 1.000 toneladas de CO2 por hectárea. En los casos en que sí se incluyen en los planes contra el cambio climático, a menudo se pasan por alto los «bosques azules», pese a que pueden absorber tanto CO2 como los manglares, las marismas y las praderas submarinas juntas.
Situación en Chile
Si bien el país ha dado pasos importantes en la protección del océano, teniendo casi un 45% de su zona económica exclusiva (ZEE) bajo alguna figura de protección, la mayor parte de esta se encuentra en las islas oceánicas, existiendo una gran deuda con las zonas costeras, donde casi no existen áreas protegidas.
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“Una de las consecuencias de la escasa protección costera es la constante depredación de los bosques de algas, que abundan en las cercanías del borde costero y que son cruciales para la absorción del CO2”, subrayó Liesbeth van der Meer, directora ejecutiva de Oceana en Chile. “Sumado a los efectos del cambio climático, los bosques de macroalgas y las más de 1.500 especies que dependen de ellos, se han visto altamente amenazados y afectados por actividades pesqueras destructivas como el ‘barreteo’, es decir, arrancar las algas desde la raíz, lo cual no permite la recuperación natural de este recurso que es de gran importancia económica para el país”, añadió.
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Las algas son cruciales además para la vida en los océanos, ya que funcionan como hogar para peces, moluscos, crustáceos y otros invertebrados, todos estos altamente sensibles a los cambios de temperatura y que se ven amenazados por el calentamiento global.
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Hay más de 17.000 especies dentro de los bosques de algas marinas, entre las cuales destacan:
– Las algas pardas: Esta tipología destaca por su variedad de formas y tamaños. Las algas pardas pueden vivir en profundidades de más de 150 metros, mientras que también pueden flotar en océanos abiertos. Los quelpos son las algas más grandes del planeta llegando a medir 30 metros. Además, pueden almacenar más de 1.200 gramos de carbono por metro cuadrado anualmente.
– Las algas verdes: Se pueden encontrar mezcladas con otras plantas marinas y en su conjunto proporcionan alimento y refugio a cientos de animales marinos. Algunas son unicelulares, otras forman densos anillos en las costas y también pueden ser calcáreas, es decir, contener calcio. Existen más de 8.000 especies diferentes de algas verdes.
– Las algas rojas: Desempeñan un papel importante en los ecosistemas marinos y forman exuberantes prados y bosques marinos. Las algas rojas calcáreas son importantes sumideros de carbono y algunas de sus formaciones alcanzan 8.000 años.
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