La Central de Trabajadores de Chile (CTCh) definió, en reunión realizada en Santiago, región Metropolitana, su aprobación a una nueva Constitución la que, necesariamente, debe ser elaborada, ciento por ciento, con participación ciudadana.
Esto, en palabras del presidente de la CTCh, Arturo Martínez, al cerrar el primer encuentro de un proceso de inicio de información y debate de la nueva Constitución. Participaron dirigentes sindicales representantes de los más de 82 mil trabajadores formales afiliados, en estadísticas de diciembre de 2019.
El proceso de integración de sindicatos a dicha central está en desarrollo, puesto que aún no cumple dos años desde su formación, y suma día a día organizaciones parte de los seis millones de trabajadores formales de la empresa e industria privada productiva del país.
En esa línea, Martínez reiteró que la Constitución debe cambiarse con participación ciudadana, por lo que llamó a los dirigentes a socializar el proceso «a través de mucha comunicación con las bases».
A la reunión asistieron trabajadores dependientes de la industria pesquera de la región del Biobío, y el presidente del Sindicato de Oficiales de Máquina y Puente (Capitanes y Pilotos), Juan Carlos González, quien saludó a la asamblea explicando cómo es el trabajo del personal embarcado, cuestión que muchos desconocen. Habló del tipo de faena, su importancia económica y social y problemática específica del sector.
Advirtió que la fuerza laboral es de 40 mil trabajadores a nivel nacional y los sindicatos afiliados a la CTCh son parte del proyecto que busca visibilizar a la trabajadores de la industria privada de Chile, fortalecer el trabajo formal, la negociación colectiva, las mejoras en las condiciones laborales en la seguridad y por la protección social.
«Como central debemos hacer todos los esfuerzos por contribuir y aportar al diálogo nacional, a la reflexión crítica y al debate constructivo, con una posición clara y contundente representando los intereses de todos quienes somos el motor de este país», enfatizó.
Estallido social
Hizo ver que si el malestar social es sistémico se requieren grandes esfuerzos políticos, sociales y económicos que restauren la confianza gravemente afectada por las decisiones políticas y simbólicas de las élites del país.
El estallido social del 18 de octubre, agregó en parte de su discurso, es un proceso social que ha sido y está siendo objeto de innumerables estudios antropológicos, sociológicos, politológicos, económicos y otras disciplinas sociales.
«A dos meses desde que el polvorín estalló, ya se han publicado varios libros, decenas de artículos académicos y cientos de columnas de opinión que describen con mayor o menor rigurosidad las causas multifactoriales y multidimensionales que la sabiduría popular sintetizó en paredes y carteles a lo largo de todo el país: ‘No son $30, son 30 años'», subrayó.
«Así, los diagnósticos del porqué Chile despertó como despertó abundan, lo que escasea son las estrategias prácticas, planificadas y plausibles para iniciar un proceso de cambios reales, ojalá estructurales, como nunca se ha dado en la historia de nuestro país. El que dichos cambios sean efectivamente estructurales y no cosméticos, dependerá en algún momento de la capacidad de las fuerzas ciudadanas de plasmar en estrategias concretas de acción las complejas demandas por alcanzar mayor dignidad y bienestar para la gran mayoría de la población», añadió el dirigente laboral.
Cambiar el modelo
Arturo Martínez, en tanto, centró su discurso en la actual crisis política, planteando que «el modelo no se cambia peleando con Carabineros» y que, a pesar de las crisis institucionales, «las demandas son la expresión del pueblo por los abusos de años en las brechas salariales, en la distribución de la riqueza, en el endeudamiento de las personas (75% está endeudado hasta seis veces sus rentas). Se agrega la oferta y demanda de mano de obra dañada por la excesiva migración descontrolada, la mala educación pública, la automatización que diezma día a día la fuerza laboral, la responsabilidad del Estado frente a la seguridad y protección social y la previsión como un derecho», adujo el timonel de la CTCh.
Agregó que para cambiar Chile se deben fortalecer las organizaciones sindicales y sociales con representantes que generen el diálogo en favor de los cambios que se necesitan.
Dijo que hoy se ha generado una ruptura entre el mundo político y el social, lo que provocó una debilidad que desfavorece la posibilidad de cambios, entonces es importante una nueva Constitución, el voto obligatorio, la educación cívica y el fortalecimiento de las organizaciones sindicales y sociales.
Los cambios, concluyó, «deben darse desde la participación social, en las demandas de la calle, sistema de pensiones, salud, educación y un largo etcétera».